sábado, 29 de diciembre de 2007

Incoherencia Repetida.

Cuando las burbujas me llegan al cerebro, es imposible que yo haga algo coherente. Es rotundamente imposible. A decir verdad, es posible, de quererlo, claro está, pero nunca mi cabeza responde tanto a mis deseos como cuando se ve llena de burbujas.
El otro día por ejemplo, estuve mas de quince minutos gritándole obscenidades, regándole con vodka la alfombra, pidiéndole explicaciones que no escuchaba y amenazándolo con el control remoto del equipo de música como si fuese un arma. Mientras caminábamos alrededor de esa mesita horrible que siempre esta llena de porquerías, como persiguíendonos, como escapándonos, mientras, además, prendíamos cigarrillos sin dejar de mirarnos porque eso hubiese significado bajar la guardia.
Una idiotez. Unos estúpidos.
Una escena que se deslizaba entre lo cómico y lo patético…y eso no era lo loco, lo incoherente, eso no era consecuencia de las burbujas, no era eso lo que tramaban en mi cerebro.
Lo realmente irracional, es que haya amanecido con su brazo rodeando mi cintura.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Navidades

A los 3 años, mas o menos, mis padres me anunciaron que Papá Noel era una farsa.
Que eran ellos quienes compraban los regalos a último momento, los escondían y a las 12 en punto los colocaban debajo del árbol.
Así que por favor, no pidas cosas imposibles- me dijo mamá.
No me acuerdo mucho más.
Con el correr del tiempo los entendí, entendí que ya era mucho tener que estar corriendo para conseguir el ultimo juguete inventado, era demasiado pelear con los demás padres a muerte por la ultima muñeca del stock, que era excesivo que en el único tiempo libre que tenían lo utilicen buscando algún objeto inexistente en el mercado argentino, ocurrencia mía. Por lo que quedaban desechados de mi lista los aviones, las estrellas, los hipocampos, los caballos, y quien sabe que otro capricho.
Sin embargo sostengo que si bien esa confesión fue muy importante para mi pequeña psiquis, aun sabiendo que no existe Papá Noel, cada noche buena, sigo pidiendo cosas imposibles.





martes, 18 de diciembre de 2007

Ahora Sí..


No se si tanto.
Con que alguna alimaña te coma el hígado mientras dormis, me conformo.

jueves, 13 de diciembre de 2007

Ayer

Ayer fui a un lugar desconocido, en realidad era conocido hasta ayer, pero estaba totalmente cambiado, algo sobraba y mucho faltaba. Me acordé de cuando me dijiste falta tu presencia.
Mi tendencia depresiva hizo que quisiera volver a casa, y mi actitud desmedida a creer que esta todo bien me prohibió hacerlo.
Unas horas después ya me había acostumbrado otra vez a ese lugar, ahora tan propio como antes. Cuando nos despedimos te dije hasta luego, queriendo decir chau.
No miré nuestra casa por última vez, no la miré porque total me la llevaba en las pupilas, no la miré porque total es un detalle de la separación, no la miré porque total otras cosas me duelen mas.
Cuando por fin me encontré a solas conmigo lloré, después de tanto tiempo…por primera vez lloré, pero esta vez lloré por mí.

martes, 4 de diciembre de 2007

De Historias Sin Fin

Si de historias se trata, las peores son las que no tienen final, las que quedan inconclusas, las que no se terminan de contar nunca.
Lo peor es por supuesto el tiempo, lo que pasa en el medio, los “puede ser”.
Terminar, poner el punto final no es fácil, pero es menos traumático, es mas real, es menos cortante. Es algo al menos.
Lo otro es pura desazón, es manejarse entre tinieblas, las historias entre paréntesis vienen a recordarnos a cada instante diversas cosas. Que poco valientes somos, que rápido pasa el tiempo, que raros que nos volvemos, que ambiguos son los hechos, que traicioneros los sentimientos, que cruel la espera, que importante la imaginación y que imprudente la soledad.
Entre otras cosas todo el tiempo estamos empezando, eligiendo, seleccionando y por supuesto terminado, es un ciclo perfecto, es un plan ideal…a veces destinado a fracasar.
El suspenso en pequeñas dosis le agrega adrenalina a la existencia, cuando se vuelve un hábito puede agregarle veneno, pequeños latigazos de ansiedad, y la urgencia viene a mordernos los talones. Y ahí sí, ahí caemos en la cuenta que no basta con confundirnos entre sabanas, que no alcanza con un poco de alegría, que es innecesaria la espera, que somos artífices de nuestra propia vida. Que a veces un poco de estabilidad, algo de donde sostenernos, el punto final marcado a fuego, es tan necesario como vital.