martes, 4 de diciembre de 2007

De Historias Sin Fin

Si de historias se trata, las peores son las que no tienen final, las que quedan inconclusas, las que no se terminan de contar nunca.
Lo peor es por supuesto el tiempo, lo que pasa en el medio, los “puede ser”.
Terminar, poner el punto final no es fácil, pero es menos traumático, es mas real, es menos cortante. Es algo al menos.
Lo otro es pura desazón, es manejarse entre tinieblas, las historias entre paréntesis vienen a recordarnos a cada instante diversas cosas. Que poco valientes somos, que rápido pasa el tiempo, que raros que nos volvemos, que ambiguos son los hechos, que traicioneros los sentimientos, que cruel la espera, que importante la imaginación y que imprudente la soledad.
Entre otras cosas todo el tiempo estamos empezando, eligiendo, seleccionando y por supuesto terminado, es un ciclo perfecto, es un plan ideal…a veces destinado a fracasar.
El suspenso en pequeñas dosis le agrega adrenalina a la existencia, cuando se vuelve un hábito puede agregarle veneno, pequeños latigazos de ansiedad, y la urgencia viene a mordernos los talones. Y ahí sí, ahí caemos en la cuenta que no basta con confundirnos entre sabanas, que no alcanza con un poco de alegría, que es innecesaria la espera, que somos artífices de nuestra propia vida. Que a veces un poco de estabilidad, algo de donde sostenernos, el punto final marcado a fuego, es tan necesario como vital.

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