lunes, 7 de mayo de 2007

La Vieja De Arriba



La vieja de arriba aparenta ser una abuela delicada y exquisita, es amable y risueña pero chusma a rabiar.
La vieja de arriba sabe todo, absolutamente todo lo que ocurre en el barrio, en los alrededores y en la ciudad toda. Pero no le alcanza con conocer la vida de las personas para regocijase a solas, además necesita imperiosamente armar secuencias, pensar novelas, y relatarlas con una cara de goce que resulta patético.
Esta abuelita supuso que yo estaba enferma aun antes de que el medico me diagnosticara angina con placas, basándose en que no me veía salir para ir a la facultad, una vez también me preguntó si ya me había casado con aquel chico que venia los lunes, los miércoles los sábados y domingos.
Ella contó a los demás vecinos, con una voz que hasta hacia verla acongojada que tal vez yo estaría esperando un hijo, debido a mi mal humor, pero sobre todo a su visión de mi mudanza.
La vieja de arriba es parte de la escenografía del barrio, si uno presta un poco de atención la verá en la ventana, a cualquier hora del día, y además si uno se detiene a saludarla pronto se enterará de las ultimas novedades de todas las personas conocidas y desconocidas, de todos los detalles de sus vidas, de sus relaciones, y de sus rutinas, por lo que no es difícil catalogarla como chusma nata.
Esta señora me ha pescado en todas las situaciones que yo recuerde, volviendo de bailar borracha, llegando a la madrugada después de un encuentro amoroso prohibido y no tanto, discutiendo con mi novio, algún que otro amante y mis amigos, enojada, triste, alegre, llorando, fumada, melancólica, etc. Y si por alguna razón no puede estar en el momento justo en que las cosas suceden o le falta un dato para armar en su retorcida cabeza la secuencia de los hechos, inventa todo y listo.
La vieja de arriba supo antes que nadie quien era el padre del hijo de Romina, incluso antes que ella misma, supo además que Carlos y Mabel eran amantes, y por eso esta se había mudado de barrio, me relató de donde eran los gritos que se escucharon una noche de febrero, y me avisó como al pasar que hoy había venido a buscarme el chico del auto negro, pero seguramente yo estaría en el trabajo.
La vieja de arriba me irrita hasta la medula, y en ocasiones tengo que contar hasta cincuenta para no gritarle en la cara: -¡por qué no te ocupas de tu marido que te engaña con la vieja del segundo, mientras vos, vieja pelotuda, andas metiendo las narices en la vida de los demás!-

2 comentarios:

Anónimo dijo...

en todos los barrios no falta la vieja chismosa :D

Unknown dijo...

AGUANTE A LA VIEJA DE ARRIBA ALL NIGHT LONG!!!!