viernes, 6 de abril de 2007

Una cama, dos almas

El ser humano no puede vivir sin dormir, necesita descansar para reponer energías, para que el cuerpo haga su trabajo y para que la mente tenga su momento de relax.
Si fuera solo esto hoy no tendría que escribir…porque uno puede compartir muchas cosas, pero la cama es algo que no todos podemos compartir, incluso hay como un sentimiento especial hacia este objeto, llamémosle costumbre o como sea, “no hay como dormir en la cama de uno”. Además no compartimos la cama con cualquiera, es decir uno nunca podría dormir con un desconocido, la cama es incluso mas difícil de compartir que el baño, porque sí podemos ir al baño con un desconocido, en una situación de urgencia, las mujeres lo hacemos todo el tiempo (sobre todo en los boliches), y no hay ningún problema, la/el otra/o se da vuelta y ya está. Pero con la cama no pasa esto.
Es como si el hecho de quedarnos dormidos nos asusta, nos deja vulnerables, desprotegidos y necesitamos estar seguros de quien esta a nuestro lado, y dormir con la persona que uno ama es una de las sensaciones mas hermosas del mundo, nada importa.
Es lo que nos hace descubrir que confiamos, que en ese momento estamos seguros, que nada malo puede pasar, y no queremos despertar, no queremos salir de ese colchón, de debajo de esas sabanas; donde parece que no hubiese cuerpos, solo dos almas, abrazadas, seguras, fuertes.
Dos almas que a lo mejor no piensan igual, ni sienten lo mismo, ni esperan nada, pero que en ese momento están unidas, están compartiendo lo mas intimo, lo que no se comparte porque sí.
Dormir con esa persona es liberarse, es sentir que no importa que mañana todo sea una mentira, el pasado, el vacío…es sentir que puede ser posible, que puede ser para siempre.

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